16.10.08

Mi viejo mate galleta

Por ahí leí que tomar mate, o "matear", es como rascarse. Nunca le encontré sabor excepcional, de delicia, pero con el tiempo uno se aferra a su gusto amarguito y deja que le raspe la yerba como si nada, produciéndole cierto tipo de placer. Lo redescubrí cuando dispuse de unas semanitas de parate durante el agitado año, en las cuales debía estar la mayor parte del tiempo tendido, o quieto casi completamente, sentado, leyendo, escuchando. Me dije que era necesario llamar al mate para acompañar la tarde, para mí gran desconocida, evitándola antes dentro de un aula centenaria, ahora con las oficinas metálicas.
El otro hallazgo fue la obra del señor Larralde, cantante de la vida campesina argentina, y de los sentimientos del hombre de siempre. De sus sufrimientos e injusticias, de sus amores y las cosas que idealiza para seguir adelante en la infinitud de la tierra pampa.

Y una oda al mate, el viejo mate galleta que existe en cada hogar y con el cual hilamos pensamientos, los desviamos hacia el campo acompañando a los ojos que se pierden en su inmensidad, y con el que construimos nuestros mundos junto a otros.


MI VIEJO MATE GALLETA

Mi viejo mate galleta,
que pena me dio perderte,
que mano tronchó tu suerte,
tal vez la mano del tiempo,
si hasta creí que eras eterno,
nunca imaginé tu muerte.

En tu pancita verdosa,
cuantos paisajes miré,
cuantos versos hilvané,
mientras gozaba tu amargo.
Cuántas veces te hice largo,
y vos sabías porqué.

Cuando la yerba escaseaba,
por falta de patacones,
nunca pediste razones,
pero me diste consejos,
chupá, pero hacete viejo,
sin llegar a los talones.

Y en esos negros inviernos,
cuando la escarcha blanqueaba,
tu cuerpito calentaba,
mis manos con su calor,
pa que el amigo cantor,
se prendiera a la guitarra,

y ahí nomás se hacía la farra,
vos y yo, en un mano a mano,
mate y guitarra en el claro,
mate y guitarra en la sombra,
en leguas a la redonda,
no hubo jagüel orejano.

Ah, compañero y hermano,
que destino tan sotreta,
nunca le di a la limeta,
en vos encontré la calma.
En este adiós pongo el alma,
mi viejo mate galleta.



~ No puedo escribir más, a pesar de que tengo muchas ganas. Las cosas así no dejan de ser interesantes, las
cosas más elaboradas están detrás de la cortina y no se publicarán por aquí, responden a otra esencia. Se precisa de las dos, ya veremos
como llegan a ver la luz. Ahora me preparo para enfrentar muchos discursos y llegar al noviembre con la guitarreada de Don José y, quién sabe, un monárquico campo para ver a dos reinas en el fortín.

 
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