30.4.09

El bar, la reunión, las cosas vistas

...

En el preciso instante en que el sujeto de sobretodo marrón abría de par en par las tablas de la puerta de entrada, la ceremonia toda prorrupió en aplausos y vivas, arrojando las servilletas al aire y estrellando los vidrios, derramando elixires, exhalando ante la ventisca. Los bancos se corrieron, las luces oscilaron y la barra se llenó de nuevos clientes que ofrecían generosas invitaciones al inmediatamente al lado, que a su vez devolvía los favores en una cadena maremota de felicidad y calor. Manos en los hombros, apretones, palmadas, cachetaditas en las mejillas ásperas y rosas. Los músicos tocaban conmovidos, sostenidos uno en la ejecutoria del otro, se miraban y entendían demasiado bien hacia dónde fluía la melodía alegre. Los dueños rebosaban de satisfacción y detrás del mostrador intentaban sentirse uno más, servir en lo que fuera de necesario, ofrecer aperitivos, invitaban la casa. Los cocineros preparaban sus platos silbando, contando nuevos chistes olvidados de las infancias, los viejos llegando desde otras tierras, tan lejanas, tan poco extrañadas. Condimentaban con olores y aromas, presentaban todo en su punto, calentito para el alma. El chico que repartía las flores y los diarios de repente se vio en el centro de las olas, bailando con la señora de las cartas, que ahora lo hacía girar vueltas y vueltas, mareándolo. "Un vaso de gaseosa para el pibe", dijo Don Julio, con su boina, sus zapatos tarareando la comparsita, la cumbia, el rock n' roll. Una canción tras otra la gente pedía y bailaba, el repertorio era muy amplio, inacabable. Era una verdadera fiesta, de esas que a veces uno se pregunta si pueden darse de verdad, si pueden llegar a repetirse en alguna ocasión, de esas en las que todos se miran y todos quieren estar bien, consigo mismo, con el otro, flotar en la misma bruma, reír y reír, enjuagarse la boca, bailar abrazados, cantar al unísono, tender manos y elevar las piernas, saltar, caerse y bromear.
Y el pie cesó un segundo de marcar el pulso, porque los ojos del veterano ahora se posaban en el manto marrón y su portador, en la esquina más alejada, el iniciador de los mejores momentos de la vida de muchos presentes. La calva relucía por las luces de colores que colgaban de las candelas, el cigarrillo tornaba bien denso el aire en su pequeño radio, apenas más frío, delineando el límite a no pasar. Cuando las cosas no marchaban, y el bar a veces refugiaba sus penas para ser vaciadas en vasos, alejado del frío de las aceras, entonces podía pensar. No esperaba tanto alboroto. ¿Qué celebraban todos aquellos locos? ¿Su desgracia? Fue inmediato; desde las rendijas del exterior de la casa, todo parecía calmo, hasta casi oscuro. Ni siquiera daba la impresión de estar tan lleno. Pero su entrada produjo la algarabía, el fervor de una fiesta común, de identidad y reogicojo mutuo. Sentía ganas de irse y dejar que todo siguiera adelante, no le importaba tanto... a fin de cuentas, le alegraba un poco, sí, digamos que sí, qué bueno que la gente se divierta... es sano, toda esa gente pasándolo bien, olvidando lo que eran momentos antes... No estaba tan mal... Sus ojos grises, ganaron color al ver el guiño del Don aquél... le aplaudía y gritaba: "Eh, Manolo!!! Una jarra para mi amigo!". Lo conocía de repente, claro, cómo olvidarlo. Y al de al lado, y al otro... todos lo habían visto antes, pero ahora le hablaban, lo que eran los cambios. Tiempo pasó en que era contemplado por ellos y sus discusiones relajadas de café, mientras ingería sus mezclas, tantas veces. Era el resultado de tantas veces, exactamente. Los podía ver en sus ratos de lucidez mental, por el rabillo, sin bronca, sólo deseando hablarles, comentarles un poco lo que sentía. Fueron momentos guardados en las memorias de sus semejantes, en los de él, en los que se debatían cómo fundirse, cómo llegar entre sí, separados por las sillas y las mesas, un par de mozos y los personajes. Avanzar unos pasos, sacarse el abrigo, tomar el asa y chocar los vasos, agradecer y entrar en la ronda, mover la cabeza, presentarse (aunque ya mucho se sabía), seguir la lógica de todo, el sonido, las sonrisas, los besos, ver las estrellas por las ventanas, y esperar la llegada del alba, el logro de un día en la vida, para, ahora sí, seguir adelante.

25.4.09

revivals!!! (ccr)


Letras que tienen sus choques con mi realidad, canciones que a través de la repetición incansable en los reproductores de cd, a lo largo de años de adolescencia, movieron mis pies y enloquecieron el resto del esqueleto... (a veces me sorprende lo profunda que resulta la lírica del cascarrabias de Fogerty pequeño en ciertas canciones... no sé si justo en estas, y menos con las pésimas traducciones de abajo, ni ganas de ponerme a traducir ahora...)

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EL POBRE DEL ÁTICO (PENTHOUSE PAUPER)

Miren, si yo fuera albañil,
No construiría cualquier cosa;
Y si fuera futbolista,
No lo sería de segunda;
Y si fuera una joya, nena,
Señor, tendría que ser un anillo de diamantes.
Si fuera un secreto, Señor, nunca sería revelado.
Si fuera una jarra de vino, Señor, mi sabor sería añejo.
Podría serlo casi todo.
Pero de oro puro de veinticuatro quilates.
Si hiciese apuestas, sabes que no perdería nunca,
Y si fuera guitarrista,
Señor, tendría que tocar blues.
Si fuera una sierra, mi hoja sería muy afilada.
Si fuera un político, demostraría que los monos hablan.
Encuéntrame el edificio más alto,
Señor, que me haría la casa encima.
Soy el pobre del ático;
No poseo nada.
Soy el pobre del ático, nena,
No poseo nada.
Puedo serlo casi todo,
Porque cuando no tienes nada, todo es igual.



THE WORKING MAN (EL TRABAJADOR)

Bueno, pues nací un domingo; el jueves encontré trabajo.
Nací un domingo; el jueves ya estaba trabajando.
Nunca he tenido un día libre desde que aprendí a distinguir el bien del mal.
Mamá decía que yo era malo, que le hice algo a su cabeza.
Mamá decía que yo era malo, que le hice algo a su cabeza.
Y papá me echó, ay, diciendo: “Tienes que buscarte la vida”.

(coro)

Nunca me he metido en líos;
No tengo tiempo.
No enredo con magia, hijo.
Lo que tengo es mío.

Lo que digas, Señor, eso es lo que haré.
Lo que digas, eso haré.
Porque soy el trabajador, Señor, y hago el trabajo por ti.

Nunca me he metido en líos;
no tengo tiempo.
No enredo con magia, hijo.
Lo que tengo es mío.

(coro)

Cada viernes recibo mi paga.
No me lleves un viernes, Señor, porque ése es mi día de paga.
Déjame morir un sábado a la noche, ay, antes de que el domingo me vuelva loco.


NO ME MIRES AHORA (DON'T LOOK NOW (IT AIN'T YOU OR ME))

¿Quién sacará el carbón de la mina?
¿Quién sacará la sal de la tierra?
¿Quién tomará una hoja y la transformará en árbol?
No mires ahora: no somos ni tú ni yo.
¿Quién labrará el campo con sus manos?
¿Quién se partirá el lomo con el arado?
¿Quién tomará la montaña y se la dará al mar?
No mires ahora, no somos ni tú y yo.
No mires ahora: alguien se ha muerto de hambre por ti;
No mires ahora: alguien ha rezado por ti, también.
¿Quién fabricará los zapatos que calzas?
¿Quién hará la ropa que llevas?
¿Quién aceptará la promesa que tú no tienes que cumplir?
No mires ahora, no somos ni tú y yo.
No mires ahora: alguien se ha muerto de hambre por ti;
No mires ahora: alguien ha rezado por ti, también.
¿Quién sacará el carbón de la mina?
¿Quién sacará la sal de la tierra?
¿Quién aceptará la promesa
que tú no tienes que cumplir?
No mires ahora, no somos ni tú y yo


(J. Fogerty)

18.4.09

Honey pie


¡La línea argumental de la chifladura que atosiga al mundo!


La locura, la desesperolandia, que se manifiestan brillosamente como la culata del esfuerzo que significan la razón creadora y el avance técnico de los medios productivos (la sin-razón de la razón), la ciencia a-valorativa, etc, esfuerzos destinados a afirmar al Hombre como principio de todo...! ¡¡¡De todo!!!

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Cruce paralelístico de particular significancia: ¿cómo puede la religión movilizar tanto, fundar entrecruzamientos, fanatismos y atribuirse la causa de incontables guerras y ataques físicos? ¿Cómo ha llegado a constreñirse con la política? Todo debe ser estudiado seriamente, pero algunas sensaciones... No será que estas esferas de la actividad humana, se tocan tanto que permite imaginar un poder aún más abarcador que toma de los hilos y flamea banderas, a veces de paz, otras de furias, para darse los lujos, a costa de la sangre de los pueblos que mueven este mundo (People make the world go round)? No podría tratarse de un fenómeno, por más complejo, que tiene su clave en la renuencia a distribuir, merced de un afán por acumular y consumir? De a poco hay que desenredar estos hilos del poder, para aplicarles a las caras rechonchas de varios culpables, unos buenos tortazos demoledores (esto es sólo un pequeño porcentaje de la llamada praxis).

Cuando el ex-presidente hablaba frente a la prensa (seguramente insistiendo en su misión humanitaria, por la expansión de la libertad y la democracia, los derechos civiles y las bonanzas de los mercados con arreglos a fines; contra el terror, los zombies, el terrorismo en la aldea global... cuidado con el terror!!!), no esperaba tener que poner a prueba sus reflejos con la versión oriental de los pastelazos chiflados, los zapatos del periodista local! (estoy seguro que Moe, el responsable de arrojar todos los pasteles que se veían en los cortos -menos los aplicados a sí mismo, por supuesto- hubiera acertado en un acto como tal, veloz y asentimental)




She was a working girl
North of england way
Now she’s hit the big time
In the u.s.a.
And if she could only hear me
This is what I’d say.

Honey pie you are making me crazy
I’m in love but I’m lazy
So won’t you please come home.

Oh honey pie my position is tragic
Come and show me the magic
Of your hollywood song.

You became a legend of the silver screen
And now the thought of meeting you
Makes me weak in the knee.

Oh honey pie you are driving me frantic
Sail across the atlantic
To be where you belong.

Will the wind that blew her boat
Across the sea
Kindly send her sailing back to me.

Honey pie you are making me crazy
I’m in love but I’m lazy
So won’t you please come home.

17.4.09

entre nos -revival-


Si, ahora te entiendo: querés salir
Los movimientos al fin han servido,
ya te saco, esperá a que me abroche la camisa.
No desesperes, que la saliva se contenga,
que la cola no despierte a los vecinos
cuando golpea el marco.

La calle poco iluminada, sucia, te llama desde la ventana
te voy a dejar libre: hoy sin correa; pero te aviso con la mirada: cuidado.
No sabemos quién nos espera.
Aunque me parece que ya sabés qué querés encontrar.

Oh, sí, la viste. En el centro de la plaza, esbelta, perfumada,
paseándose con altura, entre otros.
Y te digo, tengo que decirte:

"Querido Firulais, no temas por ella,
que se pasea vistosa ante las jaurías,
acarreadas por la muchedumbre de la plaza,
ella, que se cree demasiado insegura para dejarse oler,
y por eso mueve la cola entre aquellos atados al amo,
y al canil derruido.
No, mi fiel amigo, mejor resignate a tus árboles,
a las compañías efímeras, saludables, de tus dueños y sus amigos,
a las caricias de las viejas y los chiquillos, que te llaman, "guau-guau",
al sueño.
Y no te me sientas sólo, por favor, que me hacés mal.
Ahora te saco a pasear, veamos qué pasa."

Te sigo a prudente distancia, mientras cruzás las calles.
Aminorás la marcha, y me mirás. Ya conozco esa expresión.
No está, se ha ido, quedó la masa del canil.
Ha elegido regresar, salir más tarde. Quizás es delicada,
o su dueño tampoco te quiere. Algún día le hablaré a la cara,
sobre la edad, el pelaje, las construcciones del barrio.
Te daría tiempo para que se conozcan.

Vamos a dar una vuelta a la manzana, muchacho.
Quizás aparezca otra, que no exija tanto,
yo veo que tu corazón se siente a cuadras de distancia,
donde los collares no alcanzan a rodearte.

Jadeá, limpiá tu boca y dejate llevar,
por los pájaros que muestran su despegar, envidiable...
¡Les ladrás! ¡Querés volar con ellos!
Oh, amigo, me doy cuenta al instante... quiero hacer lo mismo!
¡Te acompañaría! ¡Estoy igual que vos, muchacho!
Si no pertenecés a este mundo, yo tampoco;
tal vez ellos no pertenezcan al nuestro.

Arrojo la correa que no te sujetó, las llaves de entrada,
y nos lanzamos a la carrera por los adoquines...
y ahí, ahí mismo, la encontramos.
Entonces volvés la mirada,
un pequeño sollozo, la cola entre las patas,
te sometés de vuelta. Te comprendo, amigo.

Hay que volver a casa.

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7.4.09

así estamos

Antes de partir hacia una charla sobre el melonazo de Gramsci, dejo un recorte de un texto que estuve fumando. Basta decir que acierta en cómo percibo hoy en día la actitud conformista de la sociedad y la mía hasta cierto punto, sin que pueda discernir entre cobardía,
presión exterior, cansancio y ganas contenidas.

"Lo que más amenaza al mundo de hoy es la disociación total entre el mundo objetivo del interés o del mercado y el mundo subjetivo de las creencias y las comunidades. (...) Temo que a nuestras viejas tierras, cargadas de historia y aplastadas por ella, les resulte demasiado pesada la labor de inventar su futuro y se contenten con consumir la sociedad al no poder producirla, sustituyendo la oposición de dominadores y dominados por la de clase media y marginales, que suscita una indignación moral, pero no conduce a ninguna acción de transformación social. Hemos sufrido mucho por las ideologías conservadoras; ¿no sufrimos hoy otro tanto por la buena conciencia moralizadora y humanitaria y por su generosidad, que no merma ningún privilegio y garantiza un sueño sin pesadillas?"

(Touraine, A.)

Es en lo que nos adentramos hace rato. Millones de intentos dispersos por reconstruir que se difuminan... ¡Este es uno de ellos, y miren qué flojera!

2.4.09

"En-tierra de todos" (un relatito)


Extasiado, borboteando rabia y aturdido, descendió rápidamente por el terreno irregular desde la autopista, no le preocupó que acabara de rasgarse el saco con un vidrio saliente de una esquina ni que se le llenaran de piedras los mocasines nuevos, y se sumió en la oscilante oscuridad de los toldos y cartones, de los gritos futboleros y las bailantas repetitivas. Empuñando sangre, dio una mirada al lugar y reconoció que debía seguir avanzando, pues los brillos celestes y las sirenas le recordaban a la sociedad exigiendo su castigo. Esa misma sociedad que tanto criticara en los almuerzos de los clubes y cenas laborales junto a otros diletantes, que negaba tranquilidad a la mayoría trabajadora y pagadora de impuestos, amparando a los excluidos y reproduciéndolos.
Ahora estaba en el terreno de estos desclasados, se imaginó lo que dirían sus pares de cuello blanco, y al instante lo borró de sus pensamientos moribundos, atravesando familias apresuradas por entrar a sus casas y bandas de muchachos dispuestas a tomar la noche, que le gritaban y reían. Dejó de temerles, el peor de los pecados que había ocasionado la huida desesperada le oprimía y le hacía cavilar cuánto se parecía a la violencia diaria para él antes tan natural de estos pagos. Atinó a mirar de a ráfagas las caras de los locales y no se asustó, quería pedirles ayuda, pero de a poco fue creciendo la sensación de inmundicia que había ignorado anteriormente, y cayó.
Rendido, raspado y goteando, quiso creer en su fe y rezó unas plegarias para sí, logrando apenas frases inconexas, mientras un grupo de personas se le acercaba ruidosamente, algunos pidiendo ambulancias, otros ya cargando paños húmedos. La música cesó y los amigos se dispersaron cuando los pitidos y las armas oficiales irrumpieron poco después en el terreno. El cuerpo y el traje que lo cubría intentaron unos movimientos y de la boca afloró un agradecimiento a las muchas personas que se agolpaban.


(mayo 2008)

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Otra vez revivals, que salen para ver la luz; en este caso, uno un poco más actual.

 
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