3.6.09

A tientas, al claro (I) -revival-

...


Nos cuesta tanto no tramarlo, pero ya nos toca.

Rodamos, impulsados por vientos hostiles, revoloteando al vacío.
Nos sumergimos en aguas incendiadas, tristeza sangrienta
Que desbordan las mirillas, inaudibles ya los lamentos celestiales.
Cuando atenúe el rezagado –salvaje- trozo de Tierra clareado,
Consumido por izar blancas de rendición a cuestas del sólo orificio
Y se difumine todo lo que atesoramos en volutas: las letras, las melodías, las otras vidas;
El Amor, la Vida, lo que nos embriagaba.

Allí sólo recordaremos, un instante antes del final:

Que deambulado por pastos, aplastado todo instinto,
Vapuleada cada ofrenda de frente,
El amor del Sol frecuentó los infiernos y quedamos
Rojos. Insuflados, hartos de los trigales, atentos a la carga de las nubes
Desposeídos bajo el reflejo de luces multicolores, e historias de grandes
Que invocaban la esperanza de los puros y la humedad.
Viéndonos en el confesionario, mareados y encadenados al templo

En esferas dispersamos los actos para confundir al extranjero
Que somos nosotros mismos, sin darnos la mano en la miseria
Pero pasando varios dedos por detrás de la espalda de elegidos,
Entendiendo que no nos deben quitar lo robado
¿Para sentirnos un escalón más alto? ¿Consiguiendo qué?
Cuesta, es sabido, no caer en esos ánimos, cuando te acorralan
Y todos parecen desdeñar lo que nos une imperceptiblemente.

Que el amor dado y el recibido no son recíprocos
Y el intento por superar esto te lleva a ser un mártir
Como si sólo algunos pudieran;
todos pueden, pero no es un total de sumas-
tener ejemplos guía, aunque estanca-.

Aglutinarse para sobrevivir y no sentirse correspondido
Por el hecho de fijarse en otros que ya se saborearon.
Esperando atarse a semejantes, al ser único en la multitud,
Que a veces puede estar tan cerca, y otras tan lejos, pero siempre en los sueños.

Impregnarnos de contacto, de pieles que van y vienen,
De caricias que son compromisos, y apretones que valen dinero.
Extrañar necesitar tanto, querer tanto
Como el día que nacimos, cuando todo lo sabíamos.

Y ante la imagen incandescente de nuestro brote,
Alzamos las cejas, inundamos el lagrimal y señalamos una Luz al fondo, titilante.
Es lo que nos temíamos: sólo puede verse en nuestra hora.

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publicado en vinodelhastio.blogspot.com el 23/4/2008

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